ESCUELA DE PADRES

Así son nuestros alumnos... 

Para  ajustar el nivel de exigencia hacia el niño, familia y profesorado deben comprender que es el mismo en casa y en el colegio, por lo que hay que equilibrar lo que se le pide, teniendo en cuenta que no es un niño pequeño ni un adolescente.

En casa

A esta edad deben sentirse parte activa en la familia y colaborar en pequeñas tareas domésticas (recoger su habitación, poner la mesa, hacer  algún sencillo recado...). Es importante que no se les haga  aquello  que pueden realizar solos y que se les exija que sean responsables de ello.

Para favorecer su propio desarrollo, y de cara a la convivencia familiar, es necesario que se ajusten a los horarios de la organización familiar; por ejemplo, la hora de levantarse, de ir a la ducha, el tiempo que tardan en comer

En el colegio

Los niños de quinto y sexto deben responsabilizarse de anotar sus tareas y de llevarlas el día indicado, además de entregar las autorizaciones o comunicados a la familia y a los profesores.

 Es conveniente que  trabajen de  manera autónoma, tanto en  clase  como cuando hacen las tareas en casa. El adulto solo intervendrá para explicar algo que no entienden o para revisar su actividad.

A esta edad, los alumnos no tienen por qué presentar dificultades para ajustarse a los horarios de trabajo del colegio: ser puntual, colocarse en la fila tras el recreo, comer en el tiempo estipulado, no distraerse en la clase al hacer las tareas, etc.

En su tiempo libre

Conviene  que  no  pasen demasiado tiempo delante de  la televisión, el móvil, la videoconsola o el ordenador. Les pediremos que elijan las actividades de este tipo que quieran realizar a lo largo de la semana, teniendo en cuenta las preferencias de  otros  miembros de  la familia.  Así, el tiempo dedicado será  el adecuado y no excesivo.

Es positivo  que  dediquen un espacio al deporte, ya que  no solo mejora su forma física, sino que también les ayuda  a mejorar sus relaciones sociales y a aceptar las normas.

Deben  organizar su ocio teniendo en  cuenta las obligaciones o tareas que requieren el colegio y la convivencia familiar.

Con los amigos

Tienen que aceptar las reglas  de los juegos y asumirlas, se gane o se pierda.
Comienzan a resolver sus conflictos  hablando con los amigos y admiten con mayor facilidad los defectos propios  y ajenos.

Es necesario que  comprendan que  nadie  tiene la razón  en todo  momento  y que  debemos saber ceder en algunas ocasiones y decir no cuando algo no nos parece justo.


Somos diferentes

Cuando un alumno presenta conductas que interfieren en su convivencia en el colegio o en sus  avances curriculares, el tutor debe poner en práctica diversas estrategias con el fin de  personalizar la enseñanza lo máximo  posible.  Lo primero que conviene hacer a esta edad es hablar directamente con el alumno para hacerle comprender cuál es el problema y conseguir que se implique y que ponga de su parte para solucionarlo. Además, hay que  indicarle  quiénes pueden ayudarle y cómo pueden hacerlo  y mostrar confianza en su capacidad de solucionar sus problemas.

Alumnos con problemas de atención

Con estos niños conviene:

Situarlos, siempre que  sea  posible,  en la parte de la clase  más  cercana a la pizarra, intentando que no tengan a la vista demasiados estímulos.
Vigilar que solo tengan en su mesa el material que necesitan.
Colocarlos  de manera que  en su campo visual no estén los niños  que  más llaman su atención.
· Reducir al mínimo las instrucciones, que deberán ser breves, simples y claras. En los casos  más  acusados podemos utilizar paneles para  dejar  la información por escrito; la voz perdura muy poco y la información visual se mantiene y permite volver a ella cada vez que se necesite.

Cuando se les una consigna importante, pedirles a continuación que nos la repitan en voz alta, para asegurarnos de que la han captado.

Colocar recordatorios de las acciones habituales en las rutinas. Por ejemplo: poner en la mochila  un listado  de cosas  que hay que hacer  antes de salir de clase  (recojo  todos mis materiales, anoto los deberes, cojo mi abrigo,  me despido con educación…).

Asignarles las tareas una a una. Incluso, si fuera necesario, escribir cada tarea en una página para que no interfieran unas tareas con otras.

Antes  de  realizar  una  actividad, pedirles que  subrayen lo que  tienen que hacer.

Alumnos excesivamente inquietos

Cuando  nos encontremos con este tipo de alumnos, conviene tener en cuenta lo siguiente:

No llamarles en voz alta la atención de manera continuada, ya que esto solo sirve para reforzar su conducta y para que los compañeros tomen conciencia del problema.

Establecer un código de llamada de atención menos perceptible para el resto de los compañeros. Por ejemplo, tocarles en el hombro, toser

 Cuando  veamos que ya no son capaces de mantenerse quietos, pedirles que realicen alguna actividad para  la que  tengan que  levantarse (sacar  punta a unas pinturas, ir a por unas fotocopias, regar las plantas…). Si vemos que son capaces de atender a una  explicación mientras garabatean, dejarles que  lo hagan, pero en una hoja expresamente dedicada a eso, para que no interfiera en la presentación de sus trabajos.
Refozar, siempre que se pueda, conductas ajustadas a la actividad del grupo
Alumnos con dificultades para aceptar las normas

Ante los alumnos con problemas de conducta, podemos adoptar las siguientes estrategias:

Crear las normas en grupo, explicando su función  y qué  podría  ocurrir si no existieran. Es posible que estos alumnos necesiten una sesión individual para rescribir las normas, en la que puedan expresar sus objeciones, que rebatiremos de manera razonada.

Elaborar  una  tabla  con las normas fundamentales, en el que  reflejemos los refuerzos que  conseguirán si las cumplen y las sanciones que  están estipuladas en el colegio y en la clase en caso contrario. Conviene  que tengan esta tabla a la vista y que lleven una copia a casa.
Ser muy claros al indicarles qué tienen que hacer en cada momento.
Si fuera  necesario, establecer con la familia un sistema de economía de fichas,  en el que ganan fichas cuando tienen un comportamiento adecuado y las pierden cuando es desajustado.

Alumnos con baja autoestima

Con alumnos con una baja autoestima, se pueden seguir  las siguientes pautas:

Hablar con los padres y ajustar las expectativas sobre  sus hijos.
Ayudar a los niños a valorar lo que saben hacer y cómo son. Reforzar sus puntos fuertes verbalizando lo que nos gusta de ellos.

Hacer que se fijen objetivos realistas que puedan ir alcanzando y hacerles ver cuándo los alcanzan.

Recordarles siempre lo que  hacen bien  y las personas que  los quieren. No centrar la atención en lo que hacen mal y en los niños con los que tienen algún problema.


Savia, nuevo proyecto educativo de SM

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